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No te conozco… pero te intuyo.

Sabes, mi vida, que puedo vislumbrarte al final del pasillo de esta hora futura que nos separa con un minúsculo punto, y sentir cómo la enredadera de tu pelo va trepando enraizada por la pared de mi corazón.

No te conozco… pero te siento.

Sabes, mocosita mía, que puedo escarbar bajo esta puerta de silencios que se interpone entre tu mirada y mi anhelo y alcanzar de un salto la orilla de tus labios para sellarlos con un beso.

No te conozco… pero te bailo.

Sabes, mi linda muñeca, que te vuelo todas las mañanas al cole danzándote al viento faldita, mejillitas en un punto rojo, cogidita la mano, silbandote al oído una canción cereza que sólo tú y yo sabemos.

No te conozco…pero te observo.

Sabes, cariño, sin saber que sabes, que planeo todas las lunas raseando con mi mirada el algodón de tu carita almohada y que pinto tu cielo en la noche con las estrellas de mis ojos en flor.

No te conozco… pero te clamo.

Sabes, mi niña, como el blanco de tus dientes mellados, que no puedes eternamente jugar al escondite por las esquinas de mi alma y salir siempre ganando, y salir siempre perdiendo, y quedarnos pegados de ausencia, con la piel calentita de frío.

No te conozco…lo sé.

Pero hay días en que tu duende encendido de amores corretea travieso mi casa salpicándolo todo de rizos, y aunque no me creas, mi bella, yo te he visto saltando a la comba en el colchón domingo de mis sueños, sonriéndome juguetonamente, como si tuvieses el alma afectada por un dulce ataque de suaves cosquillas.

Hasta Mañana... Mi Vida.