comunicaciones virtuales tavo gomez
viernes, 24 de abril de 2009
SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ
Si bien por una parte todos deseamos en determinados momentos disponer de una amplia experiencia que nos impida cometer posibles errores, no es menos cierto, por otra parte, que sin estos errores no es posible adquirir esa experiencia. Cuando prestamos más atención a la primera parte del mensaje, exigirnos dicha experiencia y virtuosismo, no nos permitimos experimentar con plenitud el proceso implícito de aprendizaje y consiguientes errores que la conforman, limitando con ello el desarrollo de nuestra experiencia.
En el diccionario podemos encontrar el significado del término error como "acción desacertada o equivocada, malogro, resultado adverso", etc. Se trata de una acción o conducta que dirigida a obtener un fin determinado alcanza unos resultados distintos. Sin embargo, esta descripción del término error no hace referencia alguna a un aspecto implícito y fundamental que encierra el mismo, a saber, que puede transformarse en una oportunidad de crecimiento y aprendizaje si sabemos utilizar ese potencial creador que encierra en su interior. En este sentido entiendo las palabras del artista catalán S. Dalí cuando dice que “los errores tienen siempre un carácter sagrado, nunca hay que intentar corregirlos, al contrario, lo que procede es racionalizarlos y compenetrarse con ellos integralmente”. Así pues, de la misma forma que los bocetos ayudan al pintor hacia la consecución del cuadro final, los errores nos pueden conducir hasta la meta deseada. El premio Nobel de literatura R. Tagore también se refiere a ello cuando dice que… “si cerramos la puerta a los errores, la verdad quedará fuera”.
Reencuadrar pues el significado y el sentido que le damos a los errores es fundamental para poder actuar con espontaneidad y confianza, para afrontar con garantías los retos que la vida nos presenta. Nuestra experiencia personal, esa que todo ser humano va atesorando a lo largo de los años y que es la base que nos da el soporte necesario en los momentos en que nos enfrentamos a nuestros particulares lances, crece asida de la mano de los errores. Error y experiencia son las dos caras de la misma moneda, pues ésta, la experiencia, es en gran parte la síntesis de toda la información extraída de los errores cometidos a lo largo de la vida. Una información que ha sido sometida a un proceso de significación personal con el fin de transformarla en una especie de guía interna que poder utilizar ante los nuevos desafíos.
Desde esta óptica podemos entender la experiencia como la suma de nuestros desengaños, de nuestros errores, como un sabio hecho a trompicones, pero unos trompicones sin los que no sería posible aprender a andar erguidos.
¿A qué llorar por el caído fruto,
por el fracaso de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
Ángel González
posted by comunicacionesvirtualestavogomez at 20:51
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