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viernes, 24 de abril de 2009

El Autosoporte


Fritz Perls, fundador de la Terapia Gestalt, mantenía que ésta consistía principalmente en ayudar a la persona a que “aprenda a rascarse sus propias pulgas, a limpiarse su propio trasero”. Defendía que una de las características fundamentales de la personalidad ajustada y saludable era la capacidad para darse autosoporte. Señalaba que toda persona debe realizar y experimentar un tránsito que le lleve de la inicial búsqueda de soporte a través de la manipulación del ambiente, al desarrollo de las habilidades necesarias para lograr la propia autonomía o autosoporte.



Esta manipulación primera del ambiente como forma de satisfacer las necesidades, etapa inicial de la que parte todo ser humano, tiene sentido como consecuencia de la falta de recursos característica de los primeros años de vida. En el momento del nacimiento, el ser humano es la especie que más desamparada se encuentra, necesitando para conseguir desarrollarse como un ser autónomo y saludable de un proceso de ayuda y cuidado largo en el tiempo y delicado en las formas. Durante este proceso, el mecanismo más importante y rudimentario de que dispone el niño para atraerse el medio hacia sí, la “teta” podríamos decir, es el llanto. ¿Tal vez de ahí el conocido refrán: “el que no llora… no mama”?



En múltiples ocasiones nos encontramos, como consecuencia de las inevitables dificultades presentes en el desarrollo evolutivo de toda persona, con comportamientos manifestados por los adultos que se ajustan, en gran medida, a las características del comportamiento infantil. Se exhiben así unos patrones en el proceso de vinculación que se caracterizan por la proyección sobre el otro de la frustración experimentada como consecuencia de la no satisfacción de sus necesidades. El adulto manifiesta de esta forma una actitud de inculpación del entorno como máximo responsable de su conflicto y frustración. La experiencia personal queda explicada y justificada por la acción del entorno. El sujeto sigue anclado en el uso de comportamientos arcaicos, anacrónicos y disfuncionales, los cuales consisten en esencia y casi exclusivamente en un lanzar ese “llanto” como medio para conseguir “mamar”.



La Terapia Gestalt mantiene el principio de la responsabilidad como uno de los aspectos básicos que la definen y caracterizan como disciplina. En este sentido plantea que somos los artífices y constructores de nuestras propias experiencias. Somos los principales responsables de nuestros éxitos y también de nuestros fracasos y necesitamos asumir la responsabilidad ante nuestra experiencia como forma de alcanzar un desarrollo de madurez adecuado que nos permita establecer relaciones saludables y nutricias.



Se trata de no poner el acento en lo que el ambiente nos depara, sino en los recursos de que disponemos para conseguir satisfacer nuestras necesidades siendo al mismo tiempo empáticos y respetuosos con el otro. Como menciona uno de los existencialistas más importantes, Jean Paul Sartre, “lo importante no es lo que la vida hace conmigo, lo importante es lo que yo hago con lo que la vida hace conmigo”.



En definitiva, es esta actitud existencial una de las claves que promulga la Terapia Gestalt como forma de proveernos de ese autosoporte al que me he estado refiriendo, ese que señala Perls cuando dice que la terapia consiste en ayudar a la persona a que aprenda a… “limpiarse su propio trasero”.
posted by comunicacionesvirtualestavogomez at 20:55

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